La historia de Luis
Paisanos.
Aunque Luis ya ha cumplido 76 años, está considerado uno de los ciudadanos más activos de Ferrol. Si no practica windsurf, se le puede encontrar participando en diversas actividades al aire libre, compartiendo ideas con los jóvenes o pasando tiempo con sus nietos. Desde siempre, la vida de Luis ha estado llena de ideas que no solo se hicieron realidad, sino que todavía se practican en la actualidad.
“Nuestra familia tiene suerte. Cuando era pequeño mi padre ganó en una lotería 187.500 pesetas (1100 euros). Era mucho dinero en ese momento y con ese dinero abrió una pequeña tienda – papelería. De alguna manera, ese fue el comienzo de nuestra vida. Junto con mi hermano llevábamos paquetes de papel por las escaleras, arriba y abajo, trabajando todo el día. Después de varios años, nuestra familia compró otro lugar más grande en Ferrol y fuimos creciendo rápidamente, ganando mucho dinero. Era la Papelera Ferrolana, enfrente de El Corte Inglés”.
Luis era uno de los 7 hermanos. La familia numerosa pasaba cada verano en el hermoso pueblo de Riaño, en la antesala de los Picos de Europa. Desafortunadamente, debido a la construcción de una presa y embalse en la década de 1980, el pueblo desapareció bajo el agua y sólo se quedó en las fotos y en bonitos recuerdos de Luis y su familia.
‘Allí pasamos lo mejor de nuestras vidas de jóvenes. Desgraciadamente, el gobierno decidió construir un pantano y nuestro pueblo que tanto queríamos, quedó cubierto por las aguas, lo que nos causó un fuerte impacto, porque incluso ya de mayores, volvíamos de vez en cuando para visitarlo. Después construyeron un pueblo nuevo, con el mismo nombre, pero para nosotros no es lo mismo.’
Hasta los 25 años, Luis ayudó a su familia trabajando en la tienda. Sin embargo, después de un tiempo, a medida que se desarrollaba su pasión por los deportes, decidió comenzar a vender artículos deportivos. Encontró el lugar adecuado y finalmente lo equipó con artículos de tenis, tiro con arco, golf o incluso windsurf. Desde el principio, la cabeza de Luis estaba llena de ideas a que constantemente iba dando vida paso a paso.
“Una vez que estaba caminando, vi un campo bonito. Solo había caballos y era una pena porque pensé que sería un gran lugar para jugar al golf. Busqué al dueño y le pedí que nos alquilara el campo. Éramos 16 amigos. Acordamos el precio con el propietario. Lo alquilamos con nuestros amigos y trabajamos en él todos los días para preparar el campo. Al principio solo teníamos un hoyo. Luego hicimos más, hasta 18 hoyos. Luego había más y más gente y necesitábamos otro lugar. Nos trasladamos a otro lugar que todavía está en uso – Club de golf Campomar. Un día tomé una red de pesca y fui a una escuela y le pregunté al maestro de la Educación Física si podía hacer una clase de golf para los alumnos. Puse una red y un trozo de césped artificial en el gimnasio, les di palos y pelotas de golf a los niños y estaban golpeando las pelotas hacia la red. Todos querían intentarlo. También el maestro. El día siguiente dijo que quería convertirse en miembro del club de golf”.
Luis recuerda el momento en que uno de sus amigos le regaló una tabla de windsurf por primera vez. Entonces no podía haber esperado que este deporte se convirtiera en una gran pasión y su principal actividad en el futuro. Junto con los amigos, intentaron hacer uso de esa extraña y nueva tabla, pero nadie lo logró. Finalmente, un poco frustrado pero curioso, Luis fue a una biblioteca y encontró un libro sobre la técnica del windsurf.
“Encontré una frase que explicaba cómo colocar la vela contra el viento, gracias a la cual logré empezar a surfear. Compramos más tablas pero no teníamos suficiente espacio para ponerlas en la tienda. Encontramos una casita junto al agua y la alquilamos. Así empezamos nuestra asociación de windsurf Club Ferrolvento Windsurf. Hoy en día, todavía enseño windsurf”.
Una tienda de deportes, un club de golf y un club de windsurf fueron solo el comienzo. Como cualquier otra iniciativa, la historia de Luis con los coches comenzó de manera similar. Un día, junto con un amigo suyo, decidieron abrir una asociación automovilística llamada Escudería Automovilística Ferrol. Cooperaron con uno de los distribuidores y, finalmente, abrieron su propia oficina a la edad de 20 años.
“Decidimos hacer una carrera. Para eso, tuvimos que preparar las calles de Ferrol, hablar con el ayuntamiento y la policía y conseguir todos los permisos. El recorrido de la carrera fue a lo largo de la muralla del Arsenal, desde Correos hasta el puerto y viceversa. Durante la primera carrera tuvimos ocho o nueve coches. Fue espectacular, la gente vitoreaba. Las carreras se organizan cada año y cada año son mejores. Este año tendremos la 51ª edición de las carreras – 51° Rallye de Ferrol 2020”.
¿Cuáles son las lecciones que Luis ha aprendido a lo largo de todas esas actividades? Mirando hacia atrás, el principal consejo que Luis quisiera dar a la gente es vivir intensamente, escribir y hacer fotos para captar el momento, aunque lamenta principalmente que las autoridades y organizaciones no ofrecen suficientes actividades a los jóvenes. A veces va a la playa de Caranza en un día soleado y nota que está vacía porque los niños se quedan en casa. “Pero no se trata solo de deportes”, explica.
“Por ejemplo, hay un excelente movimiento de hacer huertos urbanos en terrenos no utilizados, por grupos de personas. La gente planta frutas y verduras juntos. Y tenemos mucha tierra que está abandonada. Hace unos 5 años en Caranza un grupo de vecinos hizo un huerto urbano de este tipo, pero después de uno o dos años desapareció. Es una lástima porque con la situación actual en el mundo (en general y con el covid) si cada persona pudiera cultivar frutas y verduras en casa, sería genial».
La familia de Luis mantuvo un espíritu emprendedor. Una de sus hijas tiene una floristería en Canido, otra tiene una empresa que emite licencias para conducir barcos para marineros y su hijo tiene una empresa de reparación de edificios. Su nieto mayor tiene 22 años y tiene una empresa con drones, haciendo videos, fotos y reportajes.
“Hace años la gente en Galicia era muy, muy pobre. No tenía dinero y mucha gente se fue a Sudamérica, en grandes barcos atestados de personas que solo llevaban sus pertenencias personales. Llegaron a países como Argentina con la mente puesta a trabajar. Trabajaron mucho y ganaron dinero. A veces abrían comercios, pequeñas fábricas… Muchos volvieron años después y con ese dinero construyeron casas esplendorosas con palmeras enfrente”.
De hecho, hace años, los habitantes españoles emigraban en busca de trabajo en América. Sin embargo, los sentimientos de Luis sobre las directivas del gobierno sobre temas migratorios en la actualidad son bastante mixtos. Admite no conocer a nadie latinoamericano aquí en Ferrol.
“Me gusta cuando viene la gente joven porque aquí, en Galicia, la población está envejeciendo y los jóvenes son necesarios. Pero hay una cosa que no me gusta de los inmigrantes. Vienen a España u otros países y no trabajan. Y el gobierno les da dinero a estas personas: para comer, para dormir. Preferiría que el gobierno haga contratos con estas personas; por ejemplo, vas a trabajar 2 horas o 4 horas para la comunidad y recibir el dinero. Porque en lo contrario uno recibe el dinero y no hace nada.’Si trabajas, recibes el dinero, si no – no. Porque si un país invita a la gente y les da dinero sin trabajar, vendrán multitudes. Una vez, un amigo me dijo «quiero trabajar». Fue a una fábrica y preguntó cuánto ganaría allí. Y rechazó la oferta porque el dinero del paro que estaba recibiendo era superior al salario ofrecido en esa fábrica”.
Por otro lado, muchas personas que vienen a España no pueden trabajar por falta de permiso de trabajo. Luis admite que lo que seguro necesita algún cambio es el tiempo de espera. También advierte el problema del salario mínimo y la economía sumergida.
»Supongamos que soy dueño de una empresa y te pago 500 EUR. Pero viene otra persona y dice “haré el mismo trabajo por 200 euros”, algunas empresas lo aceptarían. Mucha gente viene a España a recoger fruta. Trabajan muy duro y no tienen seguro ni futura pensión. Si tienen un accidente, nadie se ocupará de ellos. Creo que si alguien trabaja, debe ser absolutamente legal. En muchos lugares es imposible. Un problema que veo con las personas que vienen en pateras, principalmente desde África, es que no son trabajadores profesionales. Están sanos y no tienen dinero. Pero, ¿qué pueden hacer todos en un pequeño rincón de España? Nada. Saben que en España van a estar cuidados, van a recibir dinero y alojamiento. Es un gran problema social y político. La solución podría ser tener puntos de control en la frontera donde se pregunta: “¿Vienes aquí a trabajar? ¿Cuál es tu profesión? ¿Tienes trabajo aquí?” Si no, es imposible acomodarlos.’
La idea que tiene Luis es construir un sistema centralizado que pueda conectar a los empleadores y al gobierno con empleados potenciales. También ve un gran potencial en la tierra pública en España de que nadie se ocupa. Se podrían alquilar muchas tierras a los inmigrantes que luego podrían trabajar y vender las cosechas producidas.
“Otra cosa que debe hacer el gobierno es ir a los países pobres y ayudar. Por ejemplo, hace años una empresa fue a África y ayudó a construir casas. Además, es fácil proporcionar acceso al agua: simplemente coloca una máquina que funcione con energía solar y obtenga el agua del subsuelo. Si ayudamos a las personas donde viven, no tendrán que salir de su tierra”.
¿Cuál es la cosa más importante en tu vida?
»Creo que personalmente lo más importante es mi familia.
A nivel global, lo más importante sería ver que todo el mundo tuviese la oportunidad de comer todos los días, dormir bajo un techo, trabajar en algo digno y pensar. Los humanos son la peor especie del planeta si los comparamos con los animales. Porque los animales solo matan para comer. Y la gente mata por dinero y otras cosas. Creo que los animales son mejores que nosotros.
Los países en guerra tienen una situación terrible: gente muriendo, disparando, sin comida, destruyendo casas. Hace años tuvimos una situación así en España, durante la época de Franco. Mucha gente murió y fue terrible.»