Montse

Como trabajadora del campo social, Montse conoce muy bien los retos a los que se enfrentan los inmigrantes en su camino hacia la plena inclusión en la sociedad española. Pero también señala que en muchos casos, por ejemplo en el mercado laboral, los problemas de los inmigrantes son aún mayores a los de los ciudadanos españoles. Y no solo considerando los obstáculos del “exterior”, como la burocracia o los prejuicios, también la actitud de las personas es vital y que todos además de facilitar o promover el cambio en los “otros” también debemos estar dispuestos a cambiar y avanzar.

Montse es una trabajadora del campo social con experiencia, apasionada de su formación. Ahora mismo está realizando una práctica en la organización “Movilidad Humana” en Ferrol, dando apoyo a mujeres inmigrantes y sus familias. Anteriormente, trabajó en el Ayuntamiento de La Coruña, Cariño y algún proyecto social Europeo de inserción sociolaboral.

“Soy pedagoga y con mi especialidad puedo hacer intervención socioeducativa. En La Coruña he trabajado como técnica de apoyo social en atención primaria o puerta de entrada a los  servicios sociales; lo que ahora son los servicios sociales comunitarios. También como técnica de inserción sociolaboral de personas con dificultades para el acceso al empleo por motivos diversos: parados de larga duración, inmigrantes, mujeres víctimas de malos tratos o con dificultades para incorporarse de nuevo al mercado laboral después de toda una vida dedicada a su familia, personas sin formación etc.

Me gusta la labor social comunitaria porque puedes analizar muchas problemáticas y ver muchos colectivos diversos”.

A pesar de estar capacitada y tener experiencia en un área tan socialmente necesaria, a Montse no le resulta fácil encontrar trabajo en su campo.

“El problema que le veo es que somos un montón de formaciones actualmente que hacen labor social, y a veces nos solapamos entre nosotros y no sabemos diferenciar cuales son las funciones de unos y de otros”.

Trabajando en La Coruña, Montse reconoció que uno de los grandes problemas que enfrentan muchos inmigrantes es que los diplomas recibidos en las escuelas de sus países de origen no son reconocidos en España.

‘Ciertos países tienen un convenio con España que permite homologar los títulos. Pero en la mayoría de los casos no es posible, que crea un problema grande para los inmigrantes. Porque puede venir, por ejemplo, gente con estudios universitarios que aquí no valen, así hay pocas posibilidades de inserción. Por eso la única opción para muchos es trabajar en campo, hacer comercio ambulante y esas cosas, en caso de no poder homologar estudios’.

Aparte de las cuestiones burocráticas, Montse, sensible a los problemas sociales, advierte el racismo en la sociedad española. La afirmación popular es que los inmigrantes les roban los puestos de trabajo a los ciudadanos españoles. Pero es consciente de lo absurda que es esta opinión.

“No podemos decir que los inmigrantes nos quitan el empleo, porque mucha gente no quiere hacer el trabajo del campo. Allí se trabaja por muchas horas, hay explotación… El otro día un “temporero” murió por un golpe de calor. Han detenido al dueño de la explotación. Eso es grave y esas cosas aún pasan”.

Viniendo al norte de Ferrol, en la zona de Ortigueira, Montse reconoce un gran impacto de los inmigrantes en la economía local.

“En mi zona nos dedicamos mucho a la pesca. Ahora cada vez menos gente local se dedica a hacer estos trabajos, y cada vez más gente inmigrante que trabaja en estas áreas. La gente local busca otra formación y oportunidad de mejorar”.

Con mucha experiencia en la labor social y luchando por encontrar trabajo, Montse conoce muy bien los problemas a los que se enfrenta la gente en Galicia. Y en muchos casos, los desafíos que enfrentan los inmigrantes coinciden con los de los ciudadanos locales.

“La integración en la sociedad española no es fácil a veces, ni para los oriundos, como lo va a ser para los que llegan. Tienes la sensación de siempre estar empezando y volviendo otra vez a recorrer los mismos caminos que ya has recorrido una y otra vez, para ir avanzando. Muchas veces se acaba con depresión y otros problemas de salud. Encima está la parte burocrática que para poder trabajar, los inmigrantes tienen que solicitar papeles, tarjeta sanitaria, etc.”.

Considerando la vida social de los inmigrantes, Montse cree que muchos de ellos buscan el contacto con sus compatriotas y prefieren permanecer en sus círculos sociales, no necesariamente con la comunidad local.

“Si te vas a otro sitio, buscas siempre afinidad, asociaciones donde haya gente como tú, un grupo de iguales, que normalmente los hay. Pero es de lo que se trata, de que haya asociaciones de personas donde te sientas igual”.

Montse reconoce la complejidad del problema de facilitar la integración de los inmigrantes en la sociedad.

“A veces la política no ayuda como debería. Por ejemplo, aunque algunas políticas de izquierdas parecen que apoyan mayores iniciativas sociales y dicen “sí, vamos a hacer esto u otro”, muchas veces luego no se hace. No podrá provenir toda la ayuda únicamente del gobierno y de organizaciones no gubernamentales. Tendrá que haber un equilibrio entre facilitar la integración en la sociedad con ayudas sociales y mecanismos de control para que la gente no tenga solo la opción de acomodarse a esas ayudas que nunca son suficientes. Las personas necesitamos estar dispuestas a tomar el asunto en nuestras propias manos e independizarnos en lo posible de las ayudas sociales. Pero también desde el punto de vista del empleador, o del que ofrece, debería erradicarse ciertas explotaciones que perturban el camino al cambio”.

Aunque muy consciente de las dificultades a las que se enfrentan muchos españoles e inmigrantes en su lucha por la integración en la sociedad y el mercado laboral, Montse cree que hay señales de mejora.

“Yo creo que la sociedad cambia, la gente cambia. Tengo que pensarlo, si no lo pensara, no me gustaría trabajar aquí. Yo creo que tenemos que pensar que no es muy fácil y tenemos que ir poco a poco”.

Lo más importante en tu vida

“Ahora mismo, lo que yo quiero, es trabajar. Para mí lo importante es avanzar y vivir independientemente otra vez. Estar incluida dentro de esta sociedad, buscar mi sitio, aunque sea pequeñito, pero mío. Mi forma de pensar coincidirá con la mayoría porque todos necesitamos tener nuestro sitio”.

Luis

Aunque Luis ya ha cumplido 76 años, está considerado uno de los ciudadanos más activos de Ferrol. Si no practica windsurf, se le puede encontrar participando en diversas actividades al aire libre, compartiendo ideas con los jóvenes o pasando tiempo con sus nietos. Desde siempre, la vida de Luis ha estado llena de ideas que no solo se hicieron realidad, sino que todavía se practican en la actualidad.

“Nuestra familia tiene suerte. Cuando era pequeño mi padre ganó en una lotería 187.500 pesetas (1100 euros). Era mucho dinero en ese momento y con ese dinero abrió una pequeña tienda – papelería. De alguna manera, ese fue el comienzo de nuestra vida. Junto con mi hermano llevábamos paquetes de papel por las escaleras, arriba y abajo, trabajando todo el día. Después de varios años, nuestra familia compró otro lugar más grande en Ferrol y fuimos creciendo rápidamente, ganando mucho dinero. Era la Papelera Ferrolana, enfrente de El Corte Inglés”.

Luis era uno de los 7 hermanos. La familia numerosa pasaba cada verano en el hermoso pueblo de Riaño, en la antesala de los Picos de Europa. Desafortunadamente, debido a la construcción de una presa y embalse en la década de 1980, el pueblo desapareció bajo el agua y sólo se quedó en las fotos y en bonitos recuerdos de Luis y su familia.

‘Allí pasamos lo mejor de nuestras vidas de jóvenes. Desgraciadamente, el gobierno decidió construir un pantano y nuestro pueblo que tanto queríamos, quedó cubierto por las aguas, lo que nos causó un fuerte impacto, porque incluso ya de mayores, volvíamos de vez en cuando para visitarlo. Después construyeron un pueblo nuevo, con el mismo nombre, pero para nosotros no es lo mismo’.

Hasta los 25 años, Luis ayudó a su familia trabajando en la tienda. Sin embargo, después de un tiempo, a medida que se desarrollaba su pasión por los deportes, decidió comenzar a vender artículos deportivos. Encontró el lugar adecuado y finalmente lo equipó con artículos de tenis, tiro con arco, golf o incluso windsurf. Desde el principio, la cabeza de Luis estaba llena de ideas a que constantemente iba dando vida paso a paso.

“Una vez que estaba caminando, vi un campo bonito. Solo había caballos y era una pena porque pensé que sería un gran lugar para jugar al golf. Busqué al dueño y le pedí que nos alquilara el campo. Éramos 16 amigos. Acordamos el precio con el propietario. Lo alquilamos con nuestros amigos y trabajamos en él todos los días para preparar el campo. Al principio solo teníamos un hoyo. Luego hicimos más, hasta 18 hoyos. Luego había más y más gente y necesitábamos otro lugar. Nos trasladamos a otro lugar que todavía está en uso – Club de golf Campomar.

Un día tomé una red de pesca y fui a una escuela y le pregunté al maestro de la Educación Física si podía hacer una clase de golf para los alumnos. Puse una red y un trozo de césped artificial en el gimnasio, les di palos y pelotas de golf a los niños y estaban golpeando las pelotas hacia la red. Todos querían intentarlo. También el maestro. El día siguiente dijo que quería convertirse en miembro del club de golf”.

Luis recuerda el momento en que uno de sus amigos le regaló una tabla de windsurf por primera vez. Entonces no podía haber esperado que este deporte se convirtiera en una gran pasión y su principal actividad en el futuro. Junto con los amigos, intentaron hacer uso de esa extraña y nueva tabla, pero nadie lo logró. Finalmente, un poco frustrado pero curioso, Luis fue a una biblioteca y encontró un libro sobre la técnica del windsurf.

“Encontré una frase que explicaba cómo colocar la vela contra el viento, gracias a la cual logré empezar a surfear. Compramos más tablas pero no teníamos suficiente espacio para ponerlas en la tienda. Encontramos una casita junto al agua y la alquilamos. Así empezamos nuestra asociación de windsurf Club Ferrolvento Windsurf. Hoy en día, todavía enseño windsurf”.

Una tienda de deportes, un club de golf y un club de windsurf fueron solo el comienzo. Como cualquier otra iniciativa, la historia de Luis con los coches comenzó de manera similar. Un día, junto con un amigo suyo, decidieron abrir una asociación automovilística llamada Escudería Automovilística Ferrol. Cooperaron con uno de los distribuidores y, finalmente, abrieron su propia oficina a la edad de 20 años.

“Decidimos hacer una carrera. Para eso, tuvimos que preparar las calles de Ferrol, hablar con el ayuntamiento y la policía y conseguir todos los permisos. El recorrido de la carrera fue a lo largo de la muralla del Arsenal, desde Correos hasta el puerto y viceversa. Durante la primera carrera tuvimos ocho o nueve coches. Fue espectacular, la gente vitoreaba. Las carreras se organizan cada año y cada año son mejores. Este año tendremos la 51ª edición de las carreras – 51° Rallye de Ferrol 2020”.

¿Cuáles son las lecciones que Luis ha aprendido a lo largo de todas esas actividades? Mirando hacia atrás, el principal consejo que Luis quisiera dar a la gente es vivir intensamente, escribir y hacer fotos para captar el momento, aunque lamenta principalmente que las autoridades y organizaciones no ofrecen suficientes actividades a los jóvenes. A veces va a la playa de Caranza en un día soleado y nota que está vacía porque los niños se quedan en casa. “Pero no se trata solo de deportes”, explica.

“Por ejemplo, hay un excelente movimiento de hacer huertos urbanos en terrenos no utilizados, por grupos de personas. La gente planta frutas y verduras juntos. Y tenemos mucha tierra que está abandonada. Hace unos 5 años en Caranza un grupo de vecinos hizo un huerto urbano de este tipo, pero después de uno o dos años desapareció. Es una lástima porque con la situación actual en el mundo (en general y con el covid) si cada persona pudiera cultivar frutas y verduras en casa, sería genial».

La familia de Luis mantuvo un espíritu emprendedor. Una de sus hijas tiene una floristería en Canido, otra tiene una empresa que emite licencias para conducir barcos para marineros y su hijo tiene una empresa de reparación de edificios. Su nieto mayor tiene 22 años y tiene una empresa con drones, haciendo videos, fotos y reportajes.

“Hace años la gente en Galicia era muy, muy pobre. No tenía dinero y mucha gente se fue a Sudamérica, en grandes barcos atestados de personas que solo llevaban sus pertenencias personales. Llegaron a países como Argentina con la mente puesta a trabajar. Trabajaron mucho y ganaron dinero. A veces abrían comercios, pequeñas fábricas… Muchos volvieron años después y con ese dinero construyeron casas esplendorosas con palmeras enfrente”.

De hecho, hace años, los habitantes españoles emigraban en busca de trabajo en América. Sin embargo, los sentimientos de Luis sobre las directivas del gobierno sobre temas migratorios en la actualidad son bastante mixtos. Admite no conocer a nadie latinoamericano aquí en Ferrol.

“Me gusta cuando viene la gente joven porque aquí, en Galicia, la población está envejeciendo y los jóvenes son necesarios. Pero hay una cosa que no me gusta de los inmigrantes. Vienen a España u otros países y no trabajan. Y el gobierno les da dinero a estas personas: para comer, para dormir. Preferiría que el gobierno haga contratos con estas personas; por ejemplo, vas a trabajar 2 horas o 4 horas para la comunidad y recibir el dinero. Porque en lo contrario uno recibe el dinero y no hace nada.

Si trabajas, recibes el dinero, si no – no. Porque si un país invita a la gente y les da dinero sin trabajar, vendrán multitudes. Una vez, un amigo me dijo «quiero trabajar». Fue a una fábrica y preguntó cuánto ganaría allí. Y rechazó la oferta porque el dinero del paro que estaba recibiendo era superior al salario ofrecido en esa fábrica”.

Por otro lado, muchas personas que vienen a España no pueden trabajar por falta de permiso de trabajo. Luis admite que lo que seguro necesita algún cambio es el tiempo de espera. También advierte el problema del salario mínimo y la economía sumergida.

«Supongamos que soy dueño de una empresa y te pago 500 EUR. Pero viene otra persona y dice “haré el mismo trabajo por 200 euros”, algunas empresas lo aceptarían. Mucha gente viene a España a recoger fruta. Trabajan muy duro y no tienen seguro ni futura pensión. Si tienen un accidente, nadie se ocupará de ellos. Creo que si alguien trabaja, debe ser absolutamente legal. En muchos lugares es imposible. Un problema que veo con las personas que vienen en pateras, principalmente desde África, es que no son trabajadores profesionales. Están sanos y no tienen dinero. Pero, ¿qué pueden hacer todos en un pequeño rincón de España? Nada.

Saben que en España van a estar cuidados, van a recibir dinero y alojamiento. Es un gran problema social y político. La solución podría ser tener puntos de control en la frontera donde se pregunta: “¿Vienes aquí a trabajar? ¿Cuál es tu profesión? ¿Tienes trabajo aquí?” Si no, es imposible acomodarlos».

La idea que tiene Luis es construir un sistema centralizado que pueda conectar a los empleadores y al gobierno con empleados potenciales. También ve un gran potencial en la tierra pública en España de que nadie se ocupa. Se podrían alquilar muchas tierras a los inmigrantes que luego podrían trabajar y vender las cosechas producidas.

“Otra cosa que debe hacer el gobierno es ir a los países pobres y ayudar. Por ejemplo, hace años una empresa fue a África y ayudó a construir casas. Además, es fácil proporcionar acceso al agua: simplemente coloca una máquina que funcione con energía solar y obtenga el agua del subsuelo. Si ayudamos a las personas donde viven, no tendrán que salir de su tierra”.

¿Cuál es la cosa más importante en tu vida?

Creo que personalmente lo más importante es mi familia.

A nivel global, lo más importante sería ver que todo el mundo tuviese la oportunidad de comer todos los días, dormir bajo un techo, trabajar en algo digno y pensar. Los humanos son la peor especie del planeta si los comparamos con los animales. Porque los animales solo matan para comer. Y la gente mata por dinero y otras cosas. Creo que los animales son mejores que nosotros.

Los países en guerra tienen una situación terrible: gente muriendo, disparando, sin comida, destruyendo casas. Hace años tuvimos una situación así en España, durante la época de Franco. Mucha gente murió y fue terrible.

Sarath

Después de haber pasado los últimos años en Europa, Sarath ha obtenido una visión profunda de la cultura occidental, tan diferente de la en que creció. A pesar de que ama las relaciones profundas entre las personas, los fuertes lazos familiares y la bondad de la gente en la India, también aprecia algunos aspectos del estilo de vida occidental, como la independencia del individuo, la atención sobre la salud y la tranquilidad de la vida.

Sarath se graduó en ingeniería mecánica en su país de origen, India. Quería continuar sus estudios en el extranjero, por lo que en el momento en que se enteró de que lo aceptaron en un Máster tanto en Francia como en Alemania, inmediatamente aceptó venir a Europa.

“Aunque no sabía el idioma, elegí Francia. Después de dos años de estudiar a nivel de Máster, una vez más solicité el doctorado en Europa, esta vez en España. Sin hacer ninguna investigación, simplemente acepté venir a La Coruña y Ferrol. ¡Creo que pensé que sería divertido!».

Estudiar en la India no se puede comparar con estudiar en Europa. Sarath admite que en su país de origen no tuvo ni una sola pausa durante los cuatro años de intensa vida universitaria. A pesar de su compromiso, comenzó la universidad sin una idea clara ni una visión de futuro. Sarath siempre siguió improvisando y siguiendo la corriente.

“Vengo del sur de la India,  de Kerala. Todos los veranos visito a mi familia que todavía vive allí. Les encantaría venir a ver Europa algún día, pero, sinceramente, ¡no puedo imaginarme el impacto cultural que sería para ellos! India es el único lugar en el que han estado. Durante más de 50 años, mis padres han vivido de acuerdo con ciertos valores, ideas y prejuicios. Mi hermana menor tiene 25 años, está casada y tiene un hijo. En la India, el 90% de los matrimonios son concertados”.

Hay un sitio web matrimonial, similar a «Tinder» de la India, que en lugar de jóvenes, involucra principalmente a sus padres. Los padres buscan una persona con quien casarse para su hijo según los datos necesarios como: horóscopo, color de piel, casta, religión, apariencia, etc. Para Sarath, este fenómeno puede ser la evidencia de un racismo oculto.

“La gente del norte de la India es más blanca que la del sur. La sociedad piensa que si eres más blanco eres más valioso. Tenemos anuncios de productos que hacen que su piel sea más blanca. Si creces en una sociedad como esa, es muy difícil para ti sacártelo de la cabeza. El matrimonio de mi hermana también estaba arreglado y ella estaba realmente preocupada por su horóscopo, según el cual debería casarse temprano. Mi hermana no sabía nada de estas cosas. Yo la estaba apoyando pero ella estaba asustada por dentro. Creo que hay que cambiarlo. Vivimos en el siglo XXI y todavía existe la mentalidad de que las mujeres tienen que quedarse en la casa en lugar de elegir su camino. Es absurdo”.

India se diferencia mucho de los países europeos. Por ejemplo, ambos padres tienen una posición muy fuerte en la sociedad. Incluso cuando los «niños» crecen, se casan y encuentran un trabajo, se supone que deben compartir la misma casa con sus padres (hasta que mueran). Debido a que no hay seguridad social una vez que se jubilan, los padres dependen completamente de sus hijos. Sarath admite que siempre tuvo que lidiar con mucha presión relacionada con el matrimonio y responder a innumerables preguntas de parte de su familia. Sin embargo, todavía hay muchos aspectos positivos que podrían destacarse de la cultura india.

“Creo que en la India queda mucha más humanidad en la gente. Por humanidad me refiero a la amabilidad, la forma en que la gente te entiende, la forma en que quiere ayudarte. Está mucho más presente en la India que aquí. Hay mucha más gente que quiere estar con los demás y conocer a los demás. La sociedad occidental es mucho más independiente, quieres estar solo, a tu manera. La sociedad en la India es más dependiente. Una casa promedio de clase media normalmente tiene a alguien que te cocina. Aquí se ve como algo muy elegante. Pero eso es saludable. Hay mucha gente, así que no todo el mundo puede tener un gran trabajo soñado y mantenerse independiente. Hay algunas personas que trabajan en tu casa, a las que respetas y repartes el dinero así. Para mí esto es algo que no está nada mal ”.

Con su actitud abierta, Sarath rara vez tuvo problemas para conectarse con el lugar o las personas en las que se hospedaba. Lo que más le gusta de Ferrol es la posibilidad de conocer a todos en la pequeña ciudad.

“Me quedan 2 años más aquí y después una estancia de investigación en Alemania de 5 meses. Mi plan inicial era volver a la India después de un par de años. Sin embargo, ahora mismo no tengo ni idea. Hay muchas diferencias culturales y sigo cambiando cada año. En general, quería volver a la India y quizás enseñar a los niños sobre la importancia de los deportes. Porque en la India el deporte se ve como algo innecesario. No nos importa nuestro cuerpo en absoluto. Simplemente vivimos con eso y eso es todo. Pero al final, solo tienes un cuerpo y hay que cuidarlo”.

Después de un par de años en Europa, Sarath admite que su motivación es muy diferente a la que solía ser. Cuando estaba en la India, realmente quería tener éxito con sus estudios, así como su carrera, fama y dinero. En este momento, la actitud de «no pasa nada» ha cambiado sus prioridades a simplemente ser feliz.

«Realmente no me encuentro buscando atención o dinero. Quiero vivir mi vida y disfrutarla. A veces, sin embargo, también es deprimente. En todo el mundo, la gente piensa que es necesario esforzarse para lograr el éxito. Y cuando cambias de opinión, empiezas por vivir bien, eres agradable, tienes suficiente dinero para mantenerte, estás viviendo el momento. Pero luego ves a todas las personas que te rodean en Instagram que te muestran que el éxito debe ser otra cosa y, a veces… es deprimente.

Creo que mucha gente puede identificarse con esto, especialmente los jóvenes. C’est la vie. No puedes trabajar todo el tiempo. Trabajas un poco y luego descansas”.

¿Qué es lo más importante de tu vida?

No sé qué es importante y qué no es importante. Incluso las cosas pequeñas son importantes para mí. ¿Quizás lo más importante sería el amor? Da felicidad.

Olga

Nacer en el continente africano como ciudadana europea es quizás lo que ha hecho Olga tan abierta y respetuosa con las diferentes culturas. Con una misión clara en su mente, continúa aprendiendo y difundiendo el mensaje de respeto y comprensión hacia los inmigrantes.

Después de terminar sus estudios sobre educación especial, Olga comenzó a trabajar en el campo social. En particular, se ocupó de personas con discapacidades como el autismo. En este momento, se encuentra trabajando como becaria en Movilidad Humana y luego le gustaría continuar con su trabajo anterior. Ella sabe que al ayudar a las personas, su vida se completa.

“Nací en Melilla, norte de África y mi marido es de Ferrol. Vivir e interactuar con muchas culturas es algo normal para mí. Estoy acostumbrada a vivir entre diferentes culturas: islámica, judía, hindú y cristiana que están presentes en la costa norte. Todos vivimos juntos y nos respetamos, celebrando diversas festividades y religiones. No hay lugar para peleas ni conflictos».

Olga cree que muchos españoles tienen miedo de que los inmigrantes les quiten el trabajo, olvidándose que normalmente los que se escapan de su país simplemente buscan una vida mejor y más segura.

“Las personas que quieren entrar en Melilla o Ceuta llegan desde otros países africanos después de un viaje muy duro y largo desde su país de origen. Vienen desesperados. Y cuando no pueden entrar, a veces se ponen agresivos y tratan de entrar a toda costa. Por supuesto, esto no es bueno, pero de alguna manera es comprensible. Los agentes de policía están haciendo su trabajo. Sin embargo, los gobiernos y los políticos deberían actuar de manera diferente.

No tengo amigos extranjeros aquí, solo conocí a una chica francesa una vez. Quizás todos se sienten mejor en su grupo, más cómodos y protegidos. En Ferrol no hay muchos eventos donde poder conocer gente, no hay mucho movimiento. No hay suficiente promoción por parte del ayuntamiento. Quizás esto podría mejorarse”.

La familia de Olga vive en Andalucía. Ella misma cree que hay mucho racismo por el carácter agrícola de esa parte de España. En su opinión, los empresarios pueden no estar interesados ​​en contratar a un español porque tienen que pagar el seguro, etc. Es más fácil para ellos contratar a un inmigrante, no darle papeles y pagar en negro.

“En lugar de atacar ese tipo de prácticas comerciales de quienes mandan, la gente ataca a los inmigrantes. Aunque trabajan por muy poco dinero y también toman parte de ese dinero para enviárselo a su familia, a su país”.

Olga nota el racismo entre los españoles de diferentes regiones. Es el resultado de la falta de comprensión de las diferentes formas de actuar.

“En Galicia ese pensamiento no es común, pero de Madrid hacía el norte la gente piensa que los andaluces no trabajan, están todo el día de risas, de fiesta o tirados, durmiendo. Pero no es así, nosotros trabajamos de otra manera, con alegría, con una sonrisa, haciendo bromas. Por otro lado, nosotros pensamos que la gente de Madrid y del norte es muy seria”.

También menciona que ella a veces es demasiado sencilla para los estándares gallegos.

“Nosotros, los andaluces, decimos las cosas y parece que las estamos diciendo en serio, pero no es así. Y muchas veces aquí he dicho algo en broma y lo han tomado en serio, no notando el sarcasmo o no entendiendo lo que quería decir – luego tengo que explicarlo. Hay que medir mucho las palabras”.

Lo más importante en la vida

Lo más importante en mi vida es la salud. Porque teniendo salud, uno puede hacer todo lo que quiera.

Mbacke

Serigne Mbacke llegó a España hace 15 años con solo sus tres amigos senegaleses. Ahora mismo trabaja en las alturas, dirige la Asociación Senegalesa de Ferrol y acaba de ser padre. El comienzo fue todo menos fácil: un nuevo idioma, nuevas costumbres, nuevos desafíos, pero también nuevas oportunidades.

“A lo largo de los últimos años logramos integrarnos con los otros paisanos y traer más senegaleses a Ferrol. Cuando decidimos establecer la Asociación de la Comunidad Senegalesa, éramos solo tres. Ahora mismo el número está creciendo y más de 100 personas de Senegal se ayudan entre sí en diferentes ocasiones. Todos nos tratamos como una gran familia que convive juntos. A menudo, recibimos personas que no tienen dinero ni comida para sobrevivir, pero gracias a nuestro espíritu familiar, siempre nos las arreglamos para resolver los problemas juntos.

Cuando vine aquí por primera vez, quedar en España parecía una nueva y maravillosa oportunidad. Aunque Senegal es pobre, lo que realmente importa es un país que ha conseguido evitar la guerra. Quizás vivir en paz sea el aspecto más importante en mi país de origen. Los políticos han permanecido igual durante años y ciertamente no lograron traer ningún cambio en Senegal. Esa es la razón por la que migramos a Europa, para ganar el dinero que luego podamos usar para mejorar”.

Las culturas española y senegalesa son muy diferentes. Sin embargo, según Serigne Mbacke, lo que realmente importa es adaptarse y aprender del lugar que te ha acogido.

“Si llegamos a un lugar nuevo, venimos para mejorar. Creo que algunas de las costumbres de Senegal deberían ser reemplazadas y algunas de ellas deberían seguir siendo las mismas. Tenemos costumbres que no son buenas para ninguno de nosotros. A menudo comparo dos costumbres de diferentes culturas y elijo la que prefiero. Para mí ese es el principal punto de integración: tomar uno pero dejar otro. Países como España tienen varios aspectos que me encantaría importar a Senegal, como el horario laboral fijo”.

La cultura senegalesa tiene que ver con la integridad. Nunca dejamos a nuestra familia sola sin comida, sino que compartimos todo lo que tenemos. Extraño muchas cosas de mi país de origen, por eso algún día pienso que voy a regresar. Vivimos aquí en España para volver y mejorar nuestra vida familiar y comunitaria allá. Tengo dos hijos más en Senegal. Estamos pensando en desarrollar un proyecto más grande como abrir un negocio local o construir casas para todos en mi tierra natal (todavía es muy común que la gente viva en espacios masificados). Realmente necesitamos esos cambios.

¿Cuál es la cosa más importante en tu vida? ¿O tu sueño?

Mi sueño sería que la sociedad dejase de maltratar a las personas, especialmente a los migrantes que vienen aquí y están dispuestos a obtener los permisos de trabajo y los papeles necesarios para poder trabajar. Personalmente, no me importa si alguien me llama negro o blanco porque el color no me importa. Pero lo que no quiero para otras personas es que las traten de otra manera porque son migrantes. Muchos de nosotros estamos luchando por nuestro futuro.

Realmente me molesta mucho. Al mismo tiempo, sé que podemos cambiar esta actitud. Lo que debemos hacer es muy sencillo: tratar a todos de la misma manera.

Vanessa

Vanessa se puso su colorido vestido africano para la fiesta islámica de Tabaski – Celebración del Sacrificio. Aunque su marido es de Senegal, ambos acordaron compartir diferentes costumbres que varían entre sus países. De hecho, desde que recuerda, Vanessa siempre ha tratado de buscar similaridades en lugar de diferencias.

“He vivido en Narón, España toda mi vida. Las injusticias presentes en nuestro mundo me han molestado desde siempre. Cuando era pequeña, recuerdo que les pedía a mis padres que me compraran muñecas negras porque me gustaba mucho la piel negra y solía enfadarme con quienes miraban con desprecio a las personas con diferente color de piel”.

Hace más de catorce años, unos senagaleses llegaron a Narón en busca de trabajo. No tenían ninguna documentación válida y trabajaban en la calle vendiendo flores, zapatos y varios artículos. Vanessa siempre caminaba por la calle y se detenía para charlar con ellos o comprar sus productos.

“Quería entablar una conversación con ellos, al contrario de lo que hacían otras personas. Así es como conocí a mi marido. Junto a otros chicos senagaleses vivía en el barrio y yo siempre los encontraba en la calle, en cafés o en un supermercado. Me trataban como a una amiga, me pedían consejos o incluso me invitaban a su casa (como una forma de agradecer) «.

Vanessa y su esposo fueron amigos durante 2 años. Poco a poco empezaron a enamorarse uno del otro. Sin embargo, como admite Vanessa, el proceso en su cabeza era bastante complicado e inseguro.

“Aunque no soy racista ni tengo ningún tipo de prejuicio, inconscientemente creía un poco en lo que me decía la sociedad en la que crecí. Tener que decirle a mi familia que me enamoré de un hombre negro fue difícil. En los años 60, mi padre formó parte del servicio militar y tuvo que luchar contra los marroquíes en el Sahara Occidental. Evidentemente estaba defendiendo a España, pero el recuerdo de «los moros», como solía llamarlos, permaneció. Tenía mucho miedo de hablar sobre mi relación con él. Al principio, se lo conté a mi madre y ella me apoyó mucho. Fuimos de compras, compramos un par de sábanas y ropa para mi novio y para poder mudarme a vivir con él”.

En ese momento, Vanessa tenía 30 años. Durante los siguientes 5 meses, no le dijo nada a su padre. Cuando finalmente decidió decir la verdad, su padre estaba todo menos sorprendido. «¿Por qué no me lo dijiste antes?». Habló sobre su miedo a ser rechazada, pero rápidamente se dio cuenta de que lo más importante para sus padres era ver feliz a su hija.

“Nos convertimos en una pareja de hecho. Mi esposo no me pidió eso, pero quería ayudarlo con los papeles. Honestamente, lo hubiera hecho por uno de estos chicos aquí si no me hubiera enamorado de mi esposo. Porque no os imagináis lo difícil que es conseguir la documentación adecuada. Si no es por pareja de hecho, ¡tienes que pasar al menos 3 años en España! Tres años aquí sin derecho a trabajar legalmente y ganarse la vida. Ésa es la razón por la que los hombres se dedican a la venta ambulante».

El marido de Vanessa llegó a Canarias en barco. Permaneció en la Cruz Roja durante 45 días (el tiempo máximo permitido), después de lo cual debería haber sido repatriado si hubiera llegado el avión adecuado. Sin embargo, al final la organización le dejó ir a Valencia y luego a Galicia.

“Había mucho racismo en Valencia, pero no aquí. En Valencia la gente llamaba a mi marido «negro de mierda». Cuando caminaba por la calle, la gente llamaba a la policía. Antes de casarse, mi marido vendía zapatos, lo que técnicamente es ilegal. Pero tenía que ganarse la vida – no robaba. Si no le permitían firmar ningún contrato sin papeles, ¿qué más podía haber hecho? Aquí en Galicia un policía se tomaba un café junto a mi marido a pesar de que conocía su falta de documentación”.

Hace más de 5 años, la pareja logró solucionar el problema de la documentación. Alquilaron un apartamento juntos y Vanessa le dijo a su esposo que continuara su educación. La ESO (educación secundaria obligatoria) que completó en Senegal no es válida en Europa. Así que hizo la ESO aquí y después un ciclo – una formación profesional de carpintería. Finalmente, su esposo comenzó a trabajar en el astillero mientras que Vanessa es asistente de enfermería y trabajaba con personas mayores.

Vanessa se casó legalmente hace 2 años. Ella no tuvo que convertirse al Islam por el hecho de que el hombre musulmán puede casarse con una mujer de origen cristiano (no al contrario). Son muchas las costumbres y hábitos que la pareja ha tenido que aprender y aceptar. Vanessa bebe vino y fuma de vez en cuando, lo contrario de su marido al que no se le permite.

“Nos casamos y bueno, aquí estamos. Sin hijos y sin otras esposas. Soy su única mujer y esta es la condición que pongo. Soy española y personalmente no entiendo la poligamia. Cuando comienzas una relación con un senegalés, hay ciertas cosas que debes preguntar. Es musulmán, que significa que posiblemente podría tener 2,3,4 esposas. Llevamos 10 años juntos y yo siempre he sido la única.

Desde 2012 no puedo trabajar por mi problema de salud. Tengo dos enfermedades graves, por eso estoy jubilada. Lamentablemente, nunca he podido visitar Senegal. Allí hay demasiado sol y calor que tengo que evitar. Sin embargo, a menudo hablamos con la familia de mi esposo por teléfono. Aprendí algunas frases en idioma wolof y les mostré mi traje tradicional senegalés. Ahora me gustaría ir a Polonia porque me caéis muy bien» (las entrevistadoras son de ese país)

Ahora Vanessa está intentando convencer a su marido que pida la nacionalidad española. Solicitar la nacionalidad puede ser un proceso complicado incluso para una pareja casada. Durante la entrevista, debe probarse que el matrimonio no fue concertado por razones económicas. Por supuesto, Vanessa y su marido ya habían sido pareja de hecho durante siete años antes, así que «tenía que ser amor», como ella dice.

¿Cuál es la cosa más importante en tu vida?

¡Esa es una pregunta emocionante! Quizás soy un poco delicada, pero lo más importante para mí es tener cerca a las personas que amas. Perdí a mis padres recientemente y ahora solo tengo a mi esposo y mis hermanos. Y amigos, por supuesto. Estoy feliz con mi esposo pero, sin mis padres, no es lo mismo.

Y lo que más me importa en la vida son los valores. Que los valores no se pierdan. El respeto a los demás, la lucha por un mundo más justo, por reducir las diferencias sociales como muy ricos y muy pobres. Soy de esa clase de persona que mira la tele y a veces mi marido tiene que apagarla porque me pongo a llorar. Tengo que llorar. Tengo que llorar porque no soporto que pasen tantas cosas malas. No entiendo la mayoría de ellas, lo juro. Muchas veces le digo a mi esposo «¡No encajo en este mundo!» No soy mejor que nadie, juro por Dios que no me considero mejor que nadie. Pero al ver que pasan esas cosas: el desprecio, el asesinatos, violaciones…

¿Cual es el punto? Seas negro, blanco, asiático, africano o estadounidense, si me corto y tú te cortas, ambos compartimos la misma sangre roja. Mueres y tu muerte vale lo mismo que la mía. Entonces, ¿qué me haría feliz? Ver justicia. Y tener cerca a mis seres queridos.

Fran

El viaje de Fran empezó en Ferrol, continuó por diferentes partes de Europa y finalmente terminó en el mismo lugar con una actitud y una visión completamente nuevas. Hoy en día, su organización invita a personas de toda Europa y convierte valores globales en acciones locales. Hacer las cosas más bellas en términos físicos y personales sigue siendo la misión y el objetivo principal de Fran, que se esfuerza por lograr todos los días.

“Mi infancia transcurrió de un lugar a otro, del sur al norte de España. Me trasladaba a diferentes lugares y cambiaba de escuela todo el tiempo porque mi padre estaba en el ejército. Fue duro pero creo que me dio la actitud para poder adaptarme a cada circunstancia y no tener miedo de empezar de cero’. 

Cuando era pequeño, Fran nunca había pensado en viajar por el mundo. A los 19 años ya había terminado unas prácticas en un banco, tras lo cual obtuvo una excelente oferta de trabajo bien remunerada. Era el ‘período de auge’ en España y todos los bancos estaban contratando nuevos candidatos, atrayéndolos con buen salario y nuevas perspectivas.

“Rechacé la oferta porque quería estudiar en la universidad y ya había planeado mi primer viaje internacional a Malta. Se suponía que iba a ser un curso de verano de un mes. Pero ese viaje, cambió mi mente de una manera que nunca podría haber imaginado. Después de regresar de Malta, la oferta del banco dejó de ser interesante. Aunque todos los que conocían me empujaron a aceptar la oferta (bueno, yo tenía 19 años y ya ganaría 2000 euros al mes), y eso me hacía dudar mucho”.

¿Rechazar semejante oferta fue un error? Fran no podía saber la respuesta. Después de un tiempo, el banco (CaixaGalicia) despidió a muchos empleados y finalmente quebró. Sin embargo, España todavía era un país rico y el gobierno estaba invirtiendo en los intercambios de jóvenes. El joven estudiante lo aprovechó y se fue al extranjero todos los veranos. Además de Malta, visitó Reino Unido y Francia.

“Cada vez que volvía, quería más. Era una especie de adicción a viajar que surgió de la nada. Nunca planeé hacerlo. Italia fue mi primer intercambio Erasmus a largo plazo y también la primera vez que vivía fuera de casa. Estudié durante un año en Teramo. La ciudad es más pequeña que Ferrol, en medio de la montaña. ¡Pero fue realmente encantadora! Entonces, todos los vuelos eran muy baratos. Durante esos tiempos dorados de viajar hice todas las rutas posibles: volar a Cerdeña por 1 céntimo, a Oslo por 5 euros. ¿Te imaginas que 20 euros por vuelo ya eran demasiado caros? «

Fran cree que una vez que aceptas el desafío de viajar (incluso solo) y ves que puedes manejarlo, tu zona de confort se amplía. Estás dispuesto a aceptar más desafíos que te hagan crecer. Pensó: “¿Qué pasó con estas personas que tienen la oportunidad frente a ellos y no la aprovechan? En mi facultad, fui el único estudiante de Erasmus en varios años”.

Sin embargo, en algún momento eso se volvió un poco aburrido. Como estudiante Erasmus tienes recursos económicos limitados y aunque los vuelos son baratos tienes que pagar muchos gastos. Hubo un momento en particular en febrero en el que estaba aburrido en casa, sin dinero, cuando recibí una llamada que cambió mi vida. Un viejo amigo mío me llamó. Era jueves por la noche y estaba buscando participantes de última hora para un curso de formación en Macedonia. Me preguntó si quería ir y le respondí: “Espera, ¿dónde está Macedonia? ¿¡Eso no se come!? ”.

Tres días después, ya estaba volando a Skopje. Sin darse cuenta, Fran se enamoró de los proyectos Erasmus+ y realizó más de 30 de ellos en tan solo un año. Europa se volvió ilimitada. Sentía que con cada nuevo proyecto crecia y le ayudaba a descubrir el continente. 

“Al final somos más similares de lo que pensamos. Fui para un proyecto de Servicio Voluntario Europeo (SVE) de un año a Polonia, Łódź en 2013. Aunque las primeras impresiones fueron bastante poco atractivas (la vista de Google Street mostró a un grupo de skinheads bebiendo cerveza en el portal de mi futura casa), finalmente organicé mis dos primeros proyectos como coordinador allí. Después de regresar a casa, no quería seguir participando. Junto con mi amigo escribimos nuestro primer proyecto propio ”.

Al principio, los dos jóvenes estudiantes realmente no creían que su proyecto de 2 años de duración pudiera ser aceptado ni convertirse en realidad. Resultó que lo hizo. Nació una nueva organización: Xeración. Muy rápidamente, la actividad a tiempo parcial se convirtió en trabajo a tiempo completo. En 2015, Fran abrió una pequeña oficina y recibió a los primeros voluntarios de Polonia y Eslovaquia.

Sin embargo, durante los últimos siete años, Fran logró construir una comunidad cosmopolita en su lugar local. Nunca imaginó que se pudiera tener la posibilidad de hablar inglés en Ferrol. Hace unos 10 años, Fran se sentía como un niño de un pequeño pueblo. Eso le molestaba cada vez que iba al extranjero, empezaba a ampliar su percepción pero finalmente tenía que volver a la «aburrida normalidad».

“Probablemente esta fue una de las principales motivaciones para crear Xeración y seguir invitando a la gente a venir aquí y cambiar la mentalidad. Aún hay mucho que hacer, pero sé que en los últimos años hemos cambiado la vida de algunas personas. Ningún salario puede pagar eso. Si puedo daros algunas sugerencias, buscad el propósito en la vida. Si no sabes qué hacer a partir de ahora, trata de encontrar algo que realmente te llene, donde creas que realmente puedes contribuir y no te importe tanto «¿qué dirá la gente?» o «¿cuál es la posición mejor pagada?». Intenta encontrar algo que incluso harías sin ganar dinero. Porque solo en lo que te apasiona podrás destacar”.

Fran también percibe la migración como una oportunidad, más que como una amenaza. Desde un punto de vista económico y «egoísta», los migrantes traen riqueza. Pero lo más importante es que las personas nuevas aportan nuevas ideas. Nueva voluntad de crear y trabajar que, según el fundador de Xeración, se necesita no solo en Ferrol sino en toda España.

Fran ve su futuro en Ferrol. De lo que se dio cuenta después de años de viajar es que uno puede florecer en el lugar de donde es. En ningún otro lugar conoces a la gente, el lugar o los antecedentes. Hacer las maletas y marcharse no parece ser una solución para Fran. Hay una responsabilidad que está dentro de cada acción.

“Puedo regresar a Italia, ni la cultura ni el idioma son un problema para mi. Pero si los italianos bromean sobre algo relacionado con su historia, probablemente no lo entenderé. Parece una anécdota tonta pero al final se convierte en una barrera. Así, hacer allí lo que hago aquí me resultaría más complicado”.

Lo más importante en la vida

“Puede parecer ingenuo, pero lo más importante en la vida es tratar de hacer las cosas más bonitas a mi alrededor. En cuanto a aspectos físicos y personales. Hacer que las personas que te rodean sean más felices y tratar de crear un mundo mejor a tu alrededor. No se trata de cambiar el mundo, es demasiado abstracto. Se trata de las personas que están cerca de ti y de los lugares que están cerca de ti. Un ejemplo podría ser ir a una playa y sacar un poco de basura: la playa antes de que llegaras estaba sucia y después de que te vas queda limpia. Eso es una huella positiva. Me gustaría dejar el mayor número posible de esas huellas.

Katia

Katia se fue del Perú hace mucho tiempo. Aunque todo en su vida personal ya está arreglado, cada día conoce a diferentes personas que emigran de todas partes del mundo. Su asociación ‘Movildad Humana’ es un albergue y un segundo hogar para quienes permanecen en movimiento.

“Cuando era más joven, mi sueño era aprender, explorar y salir. Después de graduarme en contabilidad en Perú, una empresa telefónica me contrató y comencé a trabajar allí. Sin embargo, mi familia que vivía en Madrid solía contarme muchas cosas interesantes sobre España, así que después de algunas charlas que tuvimos juntos, me dio una gran curiosidad por visitar ese nuevo lugar”

No pasó mucho tiempo para que la joven y recién graduada Katia dejará Perú y viniera a Europa. Aunque el nuevo lugar no era más que emocionante, tenía que encontrar un trabajo y ganarse la vida. Al principio Katia se ocupaba de los niños y trabajaba como ayudante a domicilio. Posteriormente completó un curso en sector inmobiliario en plataformas de soporte de tecnología digital.

“Aquí en Galicia trabajé con gente mayor al principio. Los niños y las personas en general siempre han sido una parte importante de mi vida. Aunque actualmente trabajo en una agencia inmobiliaria comprando y vendiendo pisos, todavía tenemos nuestra asociación “Movilidad Humana».

Soledad y Katia se conocieron en una parada de autobus en Galicia. Dos extranjeras, una peruana y una ecuatoriana, se sintieron atraídas de inmediato y comenzaron a hablar. Soledad propuso: ¿por qué no formamos una asociación en la que podamos ayudarnos y sentirnos más protegidos? Por más simple que parezca, así nació Movilidad Humana.

El nombre de «Movilidad Humana» proviene de las «personas en movimiento» de todo el mundo. Al principio eran principalmente personas de Ecuador, pero rápidamente resultó que teníamos inmigrantes de América del Sur, el Caribe, África y Europa. No hay otra asociación como esta en Galicia por lo que la necesidad de unirse a un grupo que ayudase a los migrantes era enorme. Nuestra asociación fue creada por mujeres inmigrantes y dedicada a las mujeres inmigrantes. Sin embargo, después de un corto período de tiempo también comenzamos a brindar apoyo a esposos, hijos, hermanos y parejas de la mujer.

En Movilidad Humana, todas las mujeres pueden venir y tener un momento íntimo de conversación «uno a uno». Katia admite que las mujeres inmigrantes necesitan orientación y asistencia. Muchas de ellas escapan del abuso, la violencia doméstica o los problemas de la vida. Tienen miedo y no saben cómo programar citas o registrar los documentos.

“Lo que hacemos es: escuchamos sus necesidades, empatizamos y tratamos de ponernos en su lugar. Luego las ayudamos de varias formas, como acompañarlos con los trabajos relacionados con el papeleo, ir al médico, hacer arreglos, etc. Queremos que se sientan protegidas. Nuestra oficina es como una segunda casa, un gran referente. Muchas mujeres permanecen encerradas en sus casas todo el tiempo, muchas mujeres dejan a sus hijos en diferentes partes del mundo. Gracias a la asociación, finalmente pueden salir a tomar un café y sentirse un poco más abrigadas. Somos muy afortunadas de tener este gran espacio y poder arropar a todos. Movilidad Humana tiene a muchas personas en situaciones de la vida muy diferentes: desde hombres, niños pequeños hasta personas separadas o excelentes compañeros. Todos contribuyen al objetivo principal de la asociación. Todos somos personas en movimiento.»

Cuando Katia llegó a España hace 26 años. Vino a Madrid, se instaló, se casó y dio a luz a sus dos hermosas hijas. El proceso de adaptación se desarrolló sin problemas. En el pasado, era mucho más fácil encontrar trabajo en España. Katia se considera muy afortunada porque consiguió la documentación y pudo solicitar el asilo sin problemas. Hoy en día, obtener los documentos adecuados parece ser una historia completamente diferente. Más del 90% de los compañeros de Katia trabajan sin contrato y sin documentación.

“Solía trabajar con una familia muy agradable como asistenta doméstica. Hoy en día, muchas personas tienen serios problemas relacionados con el trabajo a domicilio. O trabajan sin contrato, se les paga mal o sufren todo tipo de abusos. Creo que el servicio doméstico (trabajo con personas mayores, cuidado de niños, etc.) debería ser más respetado».

A pesar de los problemas de documentación, muchas personas aún deciden emigrar a Europa. La razón radica principalmente en la necesidad de una vida segura y protegida. Europa ofrece decenas de oportunidades para todo tipo de cualificaciones. Katia admite que prefiere quedarse en España y solo visitar a su familia en Perú de vez en cuando.

”Casi todas las personas que migran desean encontrar un mejor trabajo, ganar un poco más dinero y tener un futuro más brillante. Esa es la razón por la que deciden quedarse. Cuidando niños aquí, puedes ganar más dinero que como contable en Perú».

Entonces, ¿es Ferrol un lugar de ensueño para que vivan los inmigrantes? Posiblemente sí, pero aún queda mucho trabajo por hacer. Como menciona Katia, esta pequeña ciudad es una zona militar y por eso también el machismo sigue presente aquí en la actualidad. Los gallegos son bastante desconfiados y no dan mucha confianza al principio.

“Si comparo Ferrol con Madrid, la gente de Madrid tiende a ser más abierta. Cuando vine aquí por primera vez, vi un poco de rechazo y desconfianza. Sin embargo, después de un tiempo terminamos conectándonos e integrándonos. Eventualmente me sentí apoyada. Ferrol es la ciudad donde la gente está en constante movimiento. En nuestra asociación trabajamos con el ayuntamiento que se da cuenta muy bien de lo que estamos consiguiendo. Mi sueño sería crear más espacio para la integración. Por ejemplo: preparar algunos cursos para mujeres inmigrantes, darles acceso a los ordenadores, enseñarles a redactar el currículum, promover diferentes actividades de integración internacional. Ferrol está creciendo lentamente pero constantemente. Abrirse a las diferencias y la multiculturalidad».

¿Qué te hace feliz?

Lo que me hace feliz es obviamente el hecho de que mi familia está bien.

Lo que me haría muy, muy feliz es que todas nuestras compañeras que no tienen documentación, finalmente pudiesen recibirla. Este sería un gran paso adelante tanto para nuestra comunidad como para la sociedad.

Demba

Demba llegó a España cuando era un adolescente de 13 años sin conocer el idioma, ni su nueva madre española. Su vida cambió inesperadamente comprando en el supermercado. Un encuentro casual lo introdujo en el mundo del atletismo. Hoy, Demba sueña con ganar una medalla de oro olímpica en 400m sprint y está clasificado como el 7º mejor atleta junior de España.

 

“Mi papá es de Senegal y mi mamá es de Gambia. Se conocieron cuando mi papá vino a pescar allí en Gambia. La gente de Senegal siempre va a Gambia a pescar y se queda allí durante unos meses. Cuando era pequeño dejé la escuela porque me gustaba mucho pescar. Me unía a mi familia y trabajaba con ellos en el barco.

 

Primero mi padre vino aquí, a España, y yo estaba en África con mi mama. La idea de mi papá fue la de emigrar para encontrar una vida mejor. Al principio mi papá tuvo serios problemas cuando llegó a Europa: no pudo encontrar ningún trabajo y lo metieron en la cárcel por un tiempo. Sin embargo, después de un tiempo, logró encontrar un trabajo. Conoció también a su actual esposa, mi «madre española». Habían pasado cuatro años y decidí reunirme con él en Barcelona”.

 

Las primeras impresiones de Demba sobre España fueron bastante duras: recuerda el día de llegada en el aeropuerto, sin saber cómo comunicarse y dónde pedir ayuda.

“Cogí el vuelo a Barcelona y mis padres pagaron a alguien para que me recogiese en el aeropuerto. Pero no lo encontré. Tuve que coger otro vuelo para ir a Coruña. No conocía el idioma, buscaba a la gente. Al final me metí en el avión, llegué a la Coruña, seguí a la gente, abrió la puerta y vi a mi padre con su mujer española por la primera vez.

Fuimos a casa y… después de una semana en España, quería volver. Todo fue muy complicado. Evidentemente no tenía amigos, no conocía a nadie, solo estaba en casa con mi madre española, que no entendía mi idioma y yo tampoco la entendía.

 

Al final fui a la escuela, para estudiar. Fue muy duro. No entendía nada, no sabía hablar. Lo único que quería era volver a África. Pero no hubo devolución, mi papá había gastado mucho dinero por el billete, la visa, etc. y yo tenía que aprender español. Afortunadamente mi hermana española (la hija de la mujer de mi papá) me ayudó bastante y gracias a ella conocí gente nueva. Mi motivación creció y empecé a estudiar español todos los días con mi madre”.

 

La mamá española de Demba lo mandaba a hacer las compras, ella le daba la lista de compras en español para que practicara el idioma todo el tiempo. Una vez, cuando estaba confundido entre los estantes del mercado, conoció a una señora que lo ayudó con la lista.

 

“Tenía hijos que jugaban al fútbol y me convenció de unirme a ellos. ¡Fui terrible en eso! En Gambia, prefería ir a pescar que jugar al fútbol. Pero, había una cosa buena que ella notó. Fui muy rápido. La señora me preguntó: ¿por qué no pruebas el atletismo? Respondí “porque no me gusta”. Y ella “pero no lo probaste, tienes que probarlo”. Eso me convenció, probé. En el primer día de entrenamiento, otros chicos me ganaron corriendo y me prometí a mí mismo que los ganaría la próxima vez.

Alberto

La familia de Alberto viene de Ferrol pero él ya ha trabajado en diferentes astilleros de España, forrando los barcos. Aunque se considera una persona de mente abierta, Alberto admite que el racismo siempre ha estado presente en su vida personal.

Cuando nací, mi familia se mudó a Alicante. De alguna manera éramos inmigrantes, que vinimos a vivir a una ciudad diferente. Mi madre solía decir que la opinión sobre los  gallegos en Alicante era bastante negativa: ‘Le estaban quitando el trabajo a los locales cobrando todo más barato’. Por gracioso que parezca, esas eran las palabras exactas que más tarde repetiría mi padre sobre los inmigrantes que llegaban de América Latina a Ferrol. Él, de hecho, era racista.

Es más, cuando me casé, mis padres no vinieron a la boda. Se negaron a aceptar la invitación porque había invitado a mis amigos internacionales y ‘gitanos’. Toda la gente de afuera que conocí siempre ha sido muy humilde y me recordaba que a pesar de nuestras diferencias todos somos personas. Aprendí mucho gracias a ellos.

Actualmente tengo tres hijos. Son lo más importante en la vida para mí. El mayor tiene 22 años y recibió una oferta para trabajar en un barco en China. Mi hija está estudiando Educación Infantil y mi tercer hijo todavía está cursando su educación primaria. Si mis hijos quieren irse al extranjero en el futuro, seguro que los apoyaría. La experiencia internacional y la mezcla de culturas enriquecen a todos.

Si un día tuviera que irme a trabajar a otro país, lo haría. Gracias a vivir en varios lugares de España noté que los prejuicios no son buenos. No juzgo a nadie por su procedencia. Lo juzgo como persona.